(Texto de Sebastián Campos publicado originalmente en Catholic-link.com)
La elección de una carrera profesional o técnica no es un asunto que se resuelva con un artículo como este. No se trata de los secretos o las claves para acertar sin fallar y luego ser un profesional exitoso y reconocido. No hay fórmulas, pero si hay algunas consideraciones que son importantes de mirar, de darles una vuelta y de considerarlas al momento de tomar una decisión. No es mi intención decirte que sigas los sueños de tu corazón o que por otra parte le preguntes a Dios en tu oración y sigas su llamado. Esas respuestas no responden nada, pues, ¿quién tiene realmente claro lo que desea de todo corazón o es capaz de oír la voz del Señor con claridad y certeza? Es por eso que discernimos, y discernir es un proceso, requiere tiempo y no se hace en solitario. Tampoco quiero caer en el juego de las frases estereotipadas como el «no pienses solo en el dinero, sino que sigue tu vocación» o la nunca bien ponderada «no dejes que los demás decidan por ti»,pues sinceramente, ese tipo de consejos más bien confunden e invitan a tomar opciones radicales que no siempre son buenas. Es una decisión madura el considerar la futura renta que vas a recibir por el trabajo realizado y es buena idea escuchar y considerar las opiniones de los demás, sobre todo de tus padres y familiares. Pero si hay algunos aspectos que debes tener claros, no para seguirlos como una regla o una pauta, sino para que puedas incorporarlos dentro de la decena de factores que influyen en la elección de una opción universitaria.
1. La vocación no solo es ocupacional
Hay ocasiones en que algunos sienten muy claro su llamado vocacional, pero no logran distinguir si esa vocación es también ocupacional, es decir, si deben estudiar y trabajar en eso. Te lo presento con el ejemplo del diaconado permanente, esos hombres casados que han sido llamados por Dios para ofrecerse como ministros consagrados y colaborar con la Iglesia en la celebración de algunas liturgias y sacramentos. Los diáconos permanentes, a diferencia de los sacerdotes, tienen un trabajo “laico”, en el que seguro que tienen montón de otras preocupaciones y quehaceres, alejados de lo “religioso”. Y son hombres casados que viven con sus familias con todo lo que eso implica. Nadie podría decir que no viven su vocación mientras están en el trabajo, es solo que no necesariamente su vocación es lo mismo que su ocupación laboral. Viven su vocación plenamente, pero trabajan en otra cosa, pues su vocación no necesariamente se ve realizada a plenitud en su trabajo. Puede ser lo mismo contigo y quizá tienes vocación de bailarina, pintor, músico, escritor, deportista, etc. Nadie te dice que abandones eso, pero es probable que tu ocupación no tenga que ver necesariamente con aquello sientes que es tu vocación o que no puedas esperar ganarte la vida trabajando en algunas de esas cosas. Lo sé, suena como si me dedicara a destruir los sueños de las personas; pero mi intención no es reventar el globo de las ilusiones, sino que decidas con madurez. Entonces podrías considerar que la carrera que elijas tenga que ver con aquellas libertades o licencias que te permitan lo otro, el vivir eso que tu crees que es más “vocacional”.
2. Mira con objetividad las asignaturas de la secundaria
Muchos consideran más de lo apropiado su buen rendimiento en algunas asignaturas durante su paso por la secundaria. Sin duda, tus habilidades y tus características personales se ven expresadas en tu rendimiento académico particular en cada una de esas asignaturas y hablan de aquello para lo que quizás eres más apto. Eso es una cosa, pero otra muy distinta es decir «Entonces, como me va bien en matemáticas voy a ser ingeniero» o bien «Como soy bueno en biología estudiaré medicina o enfermería». Eso es una referencia que muchas veces solo infla las ilusiones pero no ayuda más que a desorientarse. Que hayas sido un buen alumno en matemáticas o en biología no significa que tengas que ser ingeniero o médico, y más aún, no significa que vayas a ser feliz ejerciendo esas profesiones. Una cosa es que te vaya bien en biología y otra es que te sientas llamado y cómodo atendiendo a enfermos con amor y pasión.
Te lo digo como experiencia personal, pues aunque en el colegio no era un excepcional alumno en literatura o filosofía, entrando a la universidad y luego ejerciendo mi profesión descubrí que independientemente de mi buen o mal rendimiento sentía gran pasión y agrado por el estudio de las disciplinas más “humanistas” que las científicas. Por lo tanto, aunque tus resultados académicos son un factor necesario y súper importante de considerar, intenta que no te nuble la vista y que elijas basándote solamente en eso. Mirar tu futuro no se trata solo de saber qué es lo que ahora haces bien, sino de mirar aquello que puedas desarrollar con más plenitud y que Dios quiere perfeccionar en ti.
3. ¿Qué has hecho con tu vida hasta ahora?
Hay quienes desean estudiar medicina y ni siquiera han sentido empatía cuando mamá accidentalmente se corta un dedo mientras cocina. Otros quieren ser profesores pero les incomodaba profundamente explicar las materias a sus compañeros. Hay quienes se sueñan como ingenieros, gerentes y líderes de una empresa, pero jamás fueron capaces de organizar siquiera un cumpleaños. No hay que considerar solamente tus antecedentes y rendimiento académico, también debes mirar tus cualidades humanas e intereses sociales; las actividades fuera de lo académico que hasta ahora has realizado con pasión, los lugares que frecuentas, incluso los temas de conversación que más te interesan. Sobre todo eso es necesario reflexionar. Ahora, si te has pasado vida solamente viendo Netflix o jugando Playstation tenemos un problema. Ante este escenario la opción es entregarse de todo corazón en oración buscando orientación de Dios, siempre hay algo que puede rescatar de la vida. Podrías pensar en qué cosas has hecho voluntariamente y sin que nadie te lo pidiera. De esas inquietudes y ganas que nacen del corazón, muchas veces podemos rescartar algunas pistas al momento de decidir.
4. Eliges una carrera, no tu destino
No vayas a pensar que una vez que te matriculas, se pone un sello sobre tu vida y estarás destinado para siempre a ejercer aquello que estudiarás. Tu carrera es solamente un medio, que te permitirá avanzar y acercarte a aquello que Dios tiene para ti. Por lo tanto si estás confundido entre dos o más opciones y todavía no sabes cuál es la más apropiada para ti, más que proyectarte imaginariamente en el trabajo que desarrollarías o en el sueldo que recibirás todos los meses, intenta visualizar cuál será la mejor herramienta para el futuro, cuál podrá dotarte de más habilidades y conocimientos que te permitan ir haciendo camino para encontrar la voluntad de Dios. De hecho, considerando la dinámica laboral de nuestros tiempos, es muy probable que puedas utilizar esas habilidades en un trabajo distinto al que pensabas. Las generaciones actuales de egresados, que están en la categoría de “millenials”, utilizan la carrera estudiada como puerta de entrada al mercado laboral, pero luego, con las redes, habilidades e intereses adquiridos, llegan a cambiarse aproximadamente 4 veces de trabajo antes de los 32 años e incluso suelen terminar muchas veces en trabajos diferentes a los de su formación, muy diferente a lo de nuestros padres o abuelos que se la pasaban muchos años en sus trabajos; te lo dice un profesor de educación física y deportes que se dedica a las comunicaciones y a escribir artículos sobre fe en un sitio web. (Mira este artículo y te harás una idea). Ante esto es mejor escoger una carrera que te ayude a obtener habilidades y conocimientos para los escenarios cambiantes del futuro.
5. ¿En qué carrera soy más yo mismo?
Cuando escucho jóvenes que eligen bajo la el concepto de «me gusta esta carrera porque ayuda a la gente» me pregunto: ¿qué profesión no ayuda a la gente?, ¿existirá alguna que no ayuda a nadie? No lo creo. Todas, directa o indirectamente, ayudan a las personas. Seguro es mejor pensar en: «me gusta esta carrera porque me permitirá ser más yo mismo».
Suele darse la idealización de las carreras, y pensamos: «¡que bonitas que son!», «me gusta esa carrera y lo que hacen», «qué sería del mundo sin esta carrera», pero una cosa es que sea bueno lo que hacen y otra cosa es que sea lo que tú tienes que hacer. Puedes admirar a un cantante o lo que hacen algunas reconocidas figuras públicas, pero no por eso debemos pensar que porque nos gusta debemos ser como él. Debemos buscar la identidad que Dios nos ha dado a nosotros y para eso basta un profundo camino de discernimiento, en donde recogemos las opiniones y consejos de los demás, en donde pasamos profundo tiempo a solas con Dios descubriendo quiénes somos realmente y en donde nos miramos con objetividad, para descubrir nuestras características y reflexionar sobre cómo ponerlas al servicio de los demás a través de una profesión.
¿Ya elegiste tu carrera? ¿Qué piensas sobre este tema?
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