Texto por el hno. Javier Navarrete fdp, seminarista que cursa sus estudios de teología y forma parte de la comunidad religiosa de Cerrillos, en Chile.
La licenciatura en Teología que dicta la UC, comprende un bienio filosófico y un trienio teológico. En este momento me encuentro en segundo año de filosofía, por lo que Dios mediante a fin de año estaría finalizando esta primera parte de mis estudios.
Al comienzo no fue fácil, pues como todo inicio, siempre es un poco fatigoso entrar en la dinámica de estudios, más aún cuando todo es nuevo. Pero todo esto lo empecé a superar en la medida en que fui conociendo a mis compañeros y profesores, y pude también ir sumergiéndome poco a poco en este mundo de la filosofía que es siempre nuevo y desafiante.
Ciertamente esta etapa ha significado también el tener que adaptar mi día a día de la comunidad a la rutina de las clases. Al menos en este tercer semestre hay algunos días que entro temprano, por lo que, una vez terminada la oración de laudes con mi comunidad, tengo que partir enseguida para llegar a tiempo a la universidad. Esos días participo en la Eucaristía diaria que se celebra en el Templo Sagrado Corazón del Campus San Joaquín. Otros días en cambio, cuando entro más tarde, además de rezar laudes, puedo hacer la meditación personal con la comunidad y luego participar de la Misa con alguno de los padres en la casa de nuestras hermanas de Don Orione.
Los días que solo tengo clases por la mañana me da el tiempo para regresar y compartir el almuerzo con la comunidad, mientras que los días que tengo clases hasta la tarde, tengo que llevar almuerzo a la universidad y comer allá, junto a mis compañeros. Esta instancia es la que permite también el “hacer comunidad en la universidad” pues en ese espacio educativo no solo tengo compañeros de clases sino también he podido ir creando vínculos importantes con algunas personas. Soy muy afortunado en decir que he hecho un muy buen grupo de amigos, con quienes además de compartir lo cotidiano de las clases y el estudio, al final vamos compartiendo a diario la vida, con sus gozos y alegrías y también con sus dificultades y frustraciones.
En este tiempo además de estos buenos amigos, puedo contarles que me he encontrado con muchas otras personas. Dentro de mis compañeros, hay hombres y mujeres de distintas edades y con diferentes vocaciones: seminaristas diocesanos, religiosos, hermanas, laicas consagradas y laicos solteros o casados. La mayoría somos cristianos católicos, pero también compartimos con compañeros protestantes en donde el día a día de las clases se fortalece en el diálogo y la fraternidad. Incluso el año pasado una de estas compañeras nos contó que ella junto a su marido son pastores de una importante iglesia evangélica de Pudahuel. Alguna vez nos invitó a compartir el almuerzo en su casa. Momentos como ese, nos ayudan a comprender que a pesar de ser distintos podemos compartir y valorar lo que cada uno hace en su propia realidad. Además, nos invita a seguir trabajando por la unidad de los cristianos a la que todos estamos llamados.
Y así transcurre mi vida de seminarista en la universidad. No puedo decir que todo es simple y fácil, pero la verdad que he ido transitando esta etapa con mucha serenidad y alegría, valorando lo bueno y aprendiendo de lo difícil. Me siento muy agradecido de mi comunidad religiosa, porque siempre me han apoyado comprendiendo mis “ausencias” propias de la rutina de universitario y han respetado siempre mis tiempos de estudio.
Lo último que quisiera contarles, es que para nosotros en don Orione es muy importante el apostolado, por lo que, aunque esté cursando un tiempo fuerte de estudios, esto lo complemento de buena manera con actividad pastoral. Al igual que el año pasado, este 2024 estoy colaborando en nuestra parroquia, donde trato de acompañar lo más posible al párroco en todas las actividades de esta.
Este año estoy prestando un servicio concreto en la catequesis de confirmación para jóvenes que hemos comenzado junto a un equipo de catequistas en una Capilla. Además, he comenzado a colaborar con padre Claudio en la Catequesis Sacramental de la ESFOCAR (Escuela de formación de Carabineros) donde acompañamos cada jueves a los jóvenes que ahí estudian, en su preparación para recibir los sacramentos. Finalmente, también en la universidad, junto a una compañera religiosa, se me ha dado la posibilidad de coordinar la pastoral de nuestra carrera, donde organizamos distintas actividades y celebraciones religiosas para nuestra facultad.
Solo me queda dar gracias a Dios por este tiempo que estoy viviendo, por tener la posibilidad de estudiar y tener una buena formación, la cual puedo complementar con mi vida religiosa, cuidando los momentos de oración y fraternidad que tengo junto a la comunidad y también con la misión apostólica de nuestra congregación.
¡Don Orione acompaña el camino! ¡Ave María y adelante!
Hno. Javier Navarrete Aspée fdp
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